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It was my sister’s birthday un 18 de enero del 2024 mientras despertaba con las sábanas entre la piel y el sol en la cara.

Me senté, miré a mi lado y yacía Hernán absolutamente dormido con su pelo azabache y sus carnosos labios. 

Me dije “Hoy lo tengo que dejar”.

Me puse mi bata de seda celeste y me fui a desayunar al living. Leí todos los diarios verificados desde mi twitter, dejé café hecho para él y prendí la tele en TN. Cuando despertó hicimos el amor pero no lloré. Hacía un año que salíamos y no se permitía oficializar(me) aún con todo lo que me quería. Tenía que abrirle pero le pedí que se lleve la llave extra porque no quería que mis vecinos notaran que tenía el aspecto de alguien que acababa de rendirse al romanticismo y, en mis adentros, no quería tolerar los 12 pisos de ascensor sólo yo sabiendo que no lo iba a ver más.

I'm not a fucking psychopath, le pedí una señal a Dios para hacer esto y evidentemente el tipo tiene un sentido del humor súper negro como el mío, porque las señales que me enviaba eran muy claras: cada vez que cortaba con él, me llegaban los mejores proyectos audiovisuales del año y cada vez que volvíamos, se terminaban. Así tres veces.

Lloré dos semanas seguidas, me acuerdo.

Recién volvimos a vernos al año. Fuimos a cenar y me contó que tenía los mejores recuerdos de mi. Que él era muy cagón, que el aroma a rosas de mi piel cada tanto lo perseguía, que estaba muy feliz de volver a verme y que fuéramos a tomar algo después de esto.

Cuando llegamos al bar hablamos de todo, menos de nosotros. Y para cuando se hicieron las doce, tomó mi mano, la elevó hasta acariciarla junto a la suya, risueño me miró y me ofreció tomar un café en su casa.

I remember pacing myself (in my brain), pensando “tengo el mejor trabajo del mundo y no lo quiero perder”. Pero fuimos caminando hasta su casa (porque nuestra vida estaba toda cerca), puso la máquina para hacernos café, me senté en mi lado del sillón de siempre, miré todo el cuarto y le dije “me prometí a mi misma que nunca más estaría en esta habitación”. Me besó, correspondí, me reincorporé y le dije que me tenía que ir a casa que ya era tarde y tenía una reunión mañana temprano.

Por cinco cuadras me trajo en el auto y cuando bajé de él, me sentí invicta. Como si hubiese pasado una prueba de fuego que dios me había puesto otra vez entre la elección profesional de mi futuro o la elección de esos placeres violentos que tienen un fin igualmente violento (“como la pólvora y el fuego, que al besarse…”).

Me saqué las sandalias, me tiré en mi sillón y pensé que cuando no estoy enamorada soy mucho más inteligente.

Estaba sintiéndome yo misma otra vez.

Y el resto ya se me iba a dar..

Eventualmente.

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Estoy saliendo con muchos chicos a la vez y se me descarga rapidísimo la batería social porque a la otra semana ya no quiero ver a ninguno.